domingo, 17 de octubre de 2010

Capítulo dos: Soy distinta

Me senté en una silla después de haber terminado el entrenamiento, 
estaba molida.


– No has dejado que ninguno te toque –mi señor estaba satisfecho por el 
trabajo.
Yo sonreí complacida mientras que Aaron se moría de envidia por
haberme visto luchar con tanta facilidad. Aunque él intentaba disimularlo, 
se le notaba bastante que tenía celos de mí.
Me quité las vendas de los ojos, que ahora eran morados. Al verlos, 
Aaron los miró fijamente con terror; mi amo, en cambio, sonrió cruelmente y 
exclamó:
– Así que era cierto… –se quedó pensativo unos minutos y prosiguió –
¿Alguna vez te había pasado esto antes? –Yo le miré sin comprender.
– ¿A qué te refieres?
– Tus ojos son morados, ¿te había pasado antes? –me miró a punto
de acabarse su paciencia.
– Sí –bajé la mirada algo nerviosa.
– ¿Y por qué no me lo has dicho antes? –me gritó enfadado.
– Porque… no sé por qué me pasa –levanté la mirada y mis ojos
eran azules otra vez.
Entre tanto Aaron oía la conversación muy intrigado.
– Cuando tus ojos cambian de color quiere decir que has perdido el 
control de tu cuerpo, y el odio y la rabia se apoderan de él 
–miré a mi amo incrédula.
– Pero yo no soy como vosotros –dije llena de desprecio
– ¡Yo no disfruto haciendo daño!
Al oír aquellas palabras mi amo se echó a reír, algo que me 
sacó de mis casillas y desenvainé mi espada amenazándole 
con ella para advertirle que tuviese cuidado conmigo.
– ¿Ves? –dijo mirando la espada con la que le apuntaba 
–Acabas de perder el control y tus ojos están morados 
–al oír aquello me quedé quieta y rápidamente bajé la 
espada y mis ojos volvieron a ser azules –y con respecto
a si disfrutas o no haciendo daño... juzga tú misma –dijo
haciendo una señal para que mirara el patio que tenía a mis 
espaldas.
Me quedé de piedra al ver la cantidad de cadáveres que había allí. 
Yo era consciente de que los acababa de matar uno a uno, pero aquella
imagen me aterrorizó y miré rápidamente hacia delante para no seguir 
viendo esa escena tan macabra. Ahora entendía por qué me obligaba a 
ponerme una venda en los ojos: para no ver las caras de los humanos 
a quienes mataba, según mi amo por justicia.
Al ver mi reacción, mi señor sonrió siniestramente provocando que un 
escalofrío estremeciese mi cuerpo. Aaron le dijo algo al oído que no pude 
entender; mi amo me miró con intriga y le asintió con la cabeza diciéndole:
– Tienes razón, ella es distinta –me miró de arriba abajo con detenimiento 
y me aclaró –. He comprobado que eres mi mejor guerrera: te propongo un 
trabajo más importante –al oír aquello a Aaron se le abrió la boca y sus ojos
casi se le salen por el asombro. Sin duda él le había dicho a mi señor que 
era distinta para que se deshiciese de mí, pero se ve que le había salido mal
su jugada y ahora me miraba con rencor y antipatía. No pude evitar una 
sonrisa al ver su cara, pero mi amo la malinterpretó y dijo:
– Así me gusta –sonrió satisfecho –pero antes te tengo que contar algunas
cosas que creo que debes saber sobre ti.

1 comentario:

  1. Hola!!!
    Me llamo Sara.
    Me super encanto tu historia....Ya te sigo, porfa crea un banner para afiliarte.... oki do ki?
    Bueno, me encantaria que visitaras mi blog: http://brujas-cuentosdebrujas.blogspot.com
    Espero tu visita y tus comentarios...
    Bueno, cuidate...
    Besos, Bye!!!

    ResponderEliminar